martes, 27 de octubre de 2015

El huevo y el aprendizaje vicario


Esto me sucedió hace pocos días en un aula de infantil. Resulta que en la hora dedicada al desayuno yo llevaba un sandwich y un huevo duro (las cosas). Y no se me ocurrió otra cosa que enseñarles a los niños y niñas cómo se pelaba un huevo duro. Después de hacer todas las payasadas que se me ocurrieron y que fueron recibidas con risas y aplausos, continuamos la labor y nos fuimos al patio.

Al regresar del patio y pasado un tiempo me encuentro un objeto redondo, como una pelota, blanco asido a un soporte. "¿Esto qué es?" me pregunté, ignorante de mi. Pero inmediatamente mi duda se fue disipando cuando me fui encontrando una serie de papelitos de colores que representaban ríos, mares y montañas. Estaba claro, alguien había destrozado el globo terraqueo que yo tenía en clase.

Preguntado el personal por el sujeto que había realizado tal despropósito, todos al unísono dirigieron sus dedos y miradas hacia la infractora. Esta viéndose descubierta, primero se sorprendió  y luego, ante mis reprimendas, no acertaba a presentarme mil justificaciones de lo que había pasado que se resumían en un sucinto " Perdóname...pero me perdonas ¿verdad?" Yo seguí con mi reprimenda hasta que de pronto até cabos. Vino a mi mente Albert Bandura para decirme: "pero, ¿no te das cuenta que lo que lo ha hecho la niña no es ni más ni menos que lo que has hecho tú con el huevo? ¿Dónde quedan tus conocimientos sobre aprendizaje vicario?"

En mala hora, pensé, se me ocurrió a mi pelar un huevo duro delante de los niños y niñas. ¿Qué se les ocurrirá pelar ahora que ya tienen el modelo? La reflexión sobre la práctica y los conocimientos sobre teorías del aprendizaje acumulados me permitieron reorientar mi actuación terminado felizmente con una fotografía donde negociamos qué se puede pelar y qué no se puede pelar. Un huevo duro sí. En fin, las cosas que pasan en un aula de infantil con niños y niñas de tres años.

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